04 noviembre 2005

Trinidad 01/10/2005

¡Un día de descanso! Por la mañana vamos a Playa Ancón, la playa de Trinidad. Tranquila, un puñado de turistas extranjeros esparcidos por la playa y, más allá del Hotel, también turismo interior. Horhe y yo hacemos una excursión a bucear en la barrera de coral. Es bonito pero el agua está muy revuelta y hay un poco de oleaje, lo que reduce la visibilidad y hace un poco incómodo el buceo, al menos para mí. Decido salirme del agua cuando me choco con una medusa enorme, aguas malas las llaman aquí, afortunadamente sólo la toco por arriba y me libro de los problemas de la picadura.
foto: Txaro
Por la tarde a Trinidad a pasear. Íbamos a ir a un concierto de música afrocubana, pero por un malentendido con la hora, no lo conseguimos. A media tarde se pone a llover y nos refugiamos en la Casa de la Trova. Toda la tarde aquí atizándonos mojitos y tragos al ritmo de los grupos que van pasando delante de nuestros ojos dejándonos un poso (y un CD) cada uno. Nos integramos en el local con la gente que va pasando por allí, músicos, triniteños, turistas, etc, Francisco, el amigo de Horhe (y a estas alturas ya de todos) nos acompaña gran parte del tiempo, para mí la tarde es deliciosa. Es uno de los recuerdos más dulces que guardo y guardaré de este viaje. El grupo que más me gusta es uno que canta a cuatro voces, lo hacen de escándalo, Soles del Escambray.
Por la noche volvemos después de cenar. El ambiente es diferente, es sábado y el baile es frenético. Vaya forma de moverse. Cuando llega Francisco nos vamos de allí, seguimos "tomando" en la escalinata delante de la Casa de la Música. Se va uniendo gente al grupo, recuerdo a Daniel (no estoy seguro del nombre), otro músico, como Francisco, que a sus 23 años está casado con una canadiense que viene a verlo cada tres o cuatro meses. Tiene las ideas claras, se va a ir de gira por Europa, pero después volverá a Cuba, que es donde quiere vivir. Francisco trata de buscarse la vida en Suecia, aunque está pensando viajar a Francia próximamente, también es muy joven, tiene una hija aquí en Trinidad pero vive con su novia en Suecia.
Después vamos a la discoteca que hay detrás de la Casa de la Música. Abarrotada. No hay un metro cuadrado sin gente, todos de pie, casi todos bailando, reguetón. Aquí se sigue uniendo gente a nosotros, conocemos a Regla y Yoanca que nos acompañan el resto de la noche. La discoteca cierra a las dos. Se va la luz, Trinidad está a oscuras y nosotros, con un montón de triniteños y algunas triniteñas, nos dirigimos al parque Céspedes. A partir de aquí mis recuerdos se hacen girones y cuando trato de acordarme de los detalles tan sólo viene a mí una sonrisa con sabor a mango y a ron.

Nota: El día siguiente para mí no existió así que cedo los trastos a quien pueda y quiera contarnos cómo fue el día 2 de noviembre.

Post Scriptum: Muchas veces me he preguntado desde entonces qué me pasó esa noche en Trinidad, hoy creo que puedo decir sin temor a equivocarme demasiado que el apagón lo produjo algún condensador de fluzo, no recuerdo haber entrado en ningún vehículo pero sin duda lo hice, esa máquina del tiempo me llevó unos años atrás y durante unas horas volví a tener 17 años, pero sin los complejos propios de la edad. Las horas pasadas en el único after hours de Trinidad vienen a mí envueltas en un velo de irrealidad, si fuera una canción o una película se llamaría, sin duda, Cuban Graffiti. Mi ventaja con respecto a los personajes del gran Lucas es que yo sólo tuve 17 años durante unas horas y las historias vividas no tienen final, porque casi ni llegaron a empezar... como ya dije una vez, las historias con final feliz no existen, simplemente porque las historias felices no tienen final...

3 Comments:

Blogger Arturo said...

¿Aires de libertad?
¿Abandono a las sensaciones?
¿Nostalgia de otros tiempos?



¿Borrachera de ron?

¡Qué bonito es el amor...!

5/11/05 15:38  
Blogger Arturo said...

Yo me enamoré de Cuba, como los demás. Sin embargo todos volvimos incólumes, aunque hubiera sido muy fácil dejarse llevar...

No seríamos ni los primeros ni los únicos. Hay mucha sensualidad flotando en el ambiente, mucha claridad en las miradas y mucha bondad inocente.

El gran problema es que con nuestra mentalidad y formación, nos quedamos en la superficie del fenómeno y lo intentamos adaptar a nosotros. Es un error y por eso hay tanto fracaso.

Creo que, en cualquier caso, debería ser al contrario. Dejarse empapar por su cultura y adaptarse a ellos.

27/11/05 19:56  
Blogger elbé said...

Pues sí, yo también me enamoré... de Cuba.

28/11/05 16:52  

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