05 noviembre 2005

Trinidad-Santa Clara 02/10/2005

Paco me ha tendido una trampa envenenada cediendo el testigo sobre el relato del día de hoy.

Yo me había acostumbrado a construir mi colaboración sobre el esqueleto de su relato previo y hoy no lo tengo. Sólo me quedan las fotos y una flaquísima memoria.

Recuerdo que Paco y Horhe, como consecuencia de su hermanamiento con la población indígena y foránea aderezado con zumo de caña de azucar fermantado, durmieron hasta el mediodía.

El resto salimos tarde de las casas, y Maribel y Txaro se quedaron en la estación del tren para hacer algunas fotos y regresar a Trinidad para recuperar el tiempo perdido (fotográficamente hablando) ayer en la playa y llenar sus tarjetas de la vida triniteña.

Antes de dejarlas, pararemos para ver un entierro que pasa a nuestro lado. Me llaman la atención los colores claros. La pena es la misma en todas partes, pero los colores son diferentes.

Miguel y yo visitaremos, con Abilio, el Valle de los Ingenios o Valle de San Luis. Llegamos a Manacas-Iznaga donde se alza la famosa torre que un indiano español construyó, cuenta la leyenda, de la misma altura a la que su hermano perforó un pozo.

En cualquier caso es un bello campanario, centro de una pequeña población y que nos ofreció unas vistas preciosas de un valle verde y frondoso. El día volvió a ser luminoso y brillante, con unas bonitas nubes de algodón.

A los pies del campanario bordan, y venden sus bordados, unas artesanas muy simpáticas y agradablemente agresivas. Miguel carga varias mantelerías y yo me compro la que pronto será mi famosa guayabera de lino.

De regreso paramos en un alto donde hay dos de las cosas que más nos gustan a Miguel y a mi: un mirador donde hacer fotos y un barcito donde tomar unas cervezas. En este además pueden hacer un guarapo -jugo de caña de azúcar- que combinarán con ron y que han triturado al momento. No está mal, pero es más antropológicamente curioso que otra cosa.

Saliendo de nuevo a la carretera, descubrimos un grupo de auras tiñosas disputándose los restos de un perro atropellado. Es la forma de acercarse a ellas y fotografiarlas a gusto. Tienen más hambre que miedo y toleran nuestra presencia.

Volviendo a Trinidad, comemos en casa de Ramonita y partimos hacia Santa Clara. Vuelve a caer la lluvia, como todas las tardes de los últimos días. El viaje será algo pesado, ya que volvemos a subir las cuestas de la Sierra de Escambray para cruzarla y llegar, del otro lado, a la capital de la provincia de Villa Clara.

Llegamos de noche y nuestro centro será la "casa de los médicos" desde donde nos reparten en 5 casas diferentes. Sólo Txaro y Maribel estarán en la misma casa.

Cenamos allí y nos retiramos a nuestras casas.... creo.

Mañana será otro día y espero volver a tener las notas de Paco. Me duele un poco la cabeza....

4 Comments:

Blogger elbé said...

...y qué deliciosa sopa en casa de Ramonita... me da un poco de envidia tu guayabera, y las mantelerías de Miguel.
Parece que no me necesitas para nada, creo que te dejaré ir por delante a partir de ahora, jeje

6/11/05 22:53  
Blogger Arturo said...

¡Qué te has creído eso!

Este es tu blog y tienes que ir por delante.

¡Faltaría más!

6/11/05 22:59  
Blogger Arturo said...

Pues sorprendentemente el guarapo no me gustó mucho y la mantelería que yo compré pensando que era muy buena, al llegar a casa me dijo Tere que era "rapidita", que no tenía gran mérito y que lo que había pagado no era barato, aunque tampoco caro, ¡menos mal!. Supongo que alguien que entienda hará una mejor compra.

La guayabera es esto. Aunque para apreciar la prenda hubiera sido mejor una percha más digna, pero es lo que tengo...

27/11/05 20:15  
Blogger Arturo said...

La camisa, me faltó decir.

27/11/05 20:16  

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