30 octubre 2005

Viñales 27/09/2005 - II

Cuando parecía que empezábamos a dominar la situación comienza el "tour" y tenemos que acostumbrarnos a algunos cambios.

El grupo tiene un nuevo miembro, Abilio Toledano, nuestro chófer y guía, un tipo majo, cariñoso y atento. Junto con Miguel, nuestro líder, consiguen tras una mañana de gestiones el monovolumen amplio que vamos a necesitar para transportarnos a nosotros y a nuestros equipajes.

Por otra parte, hoy nos separaremos para dormir y eso nos costará un poco de estupor y desconfianza. Mañana nos contaremos unos a otros los detalles de nuestros respectivos alojamientos.

Hoy hemos disfrutado de la naturaleza, del verde que cubre toda la tierra y del azul del cielo adornado con nubes de algodón. Entraremos en contacto con las feísimas auras tiñosas, tan abundantes en campos y ciudades. Tomaremos el baño y nos caerán unas gotas de lluvia. Seguiremos con el arroz y los frijoles, con carne de puerco o pollo, de esta rara raza que no tiene pechugas.

Disfrutamos como locos de una preciosa puesta de Sol y nuestra primera salida nocturna mostrará a las claras nuestra inferioridad ante el son, la bachata, la rumba o cualquier ritmo caribeño. Acabado el mojito, acaba la excusa para permanecer allí. Sencillamente, estamos fuera de lugar.

La Casa de Don Tomás será el restaurante más penoso que jamás visitemos en nuestro viaje. Sencillamente desabastecido y rendido. Ni los que aceptaron la especialidad de la casa, una especie de arroz "ropa vieja", ni los que intentamos escaparnos con el coctel de camarones (servido en una copa minúscula, como de la Srta. Pepis), salimos satisfechos.

Alguien preguntó:

- ¿Qué trae la ensalada mixta?
- Trae pepino
- ¿Y qué más?
- Sólo pepino, se nos ha terminado todo lo demás

Compré unos puros a un guajiro y tras la cena "de régimen" me fumé el primero. Maribel salió a tomar el aire, le pido disculpas desde aquí.

Viñales 27/09/2005

Aparece una persona nueva en nuestro viaje, Abilio, nuestro guia y conductor. Salimos de la Habana. Autopista La Habana-Pinar del Río. Primera parada en la Comunidad-Reserva Las Terrazas, complejo de ecoturismo. Hemos abandonado el paisaje urbano de La Habana y nos metemos de lleno en la Cuba Verde, suelos verdes y cielo azul. El baño en el Río San Juan es sensacional, río de montaña con cascadas y pozas tranquilas, con agua templada, el lugar es idílico. Comemos allí mismo, en el chiriguito junto al río. Por la tarde visita a la cascada de Soroa, cerca de allí, una garganta con vegetación exagerada, una selva, el lugar más húmedo que he conocido.

Llegamos al valle de Viñales al atardecer. Vemos la puesta de sol desde la entrada al valle cerca del hotel Los Jazmines.
Entramos al pueblo casi de noche, aún así nos damos cuenta de su encanto, a pesar de la mala iluminación de sus calles. Nos hospedamos cada uno en una casa, con una familia, son las restricciones del gobierno, una habitación por casa. Por eso tenemos que buscar un lugar para cenar todos juntos. La cena da pena en la Casa de don Tomás.

Hoy se celebra el 45 aniversario de los CDR, Comités de Defensa de la Revolución, una fiesta en cada "cuadra", sirven una especie de cocido y bailan. El pueblo es pequeño pero hoy suena música por todas partes. La fiesta no parece que despierte pasión entre los habitantes pero hay que celebrarlo.
El baile en el Centro Cultural está más animado, los chicos y chicas del pueblo bailan entre sí de forma alucinante, estoy con la boca abierta, de paso vacilan a los pocos turistas que se atreven a salir a bailar, si se puede llamar bailar a lo que hacen los turistas... Maribel y Txaro se atreven.
En la mesilla de mi cuarto hay una lámpara que sólo con rozarla en cualquier parte se enciende, yo creo que es una señal.
Los gallos cantan con gran violencia desde las 4 de la mañana. Duermo como puedo.
Hoy hace muy buen tiempo.

29 octubre 2005

La Habana 26/09/2005 - II

Así como ayer fue un día de veloz adaptación, hoy ha sido el día de las afirmaciones.

Como ha dicho Paco, "El cuarto de Tula" se convertirá en el himno de nuestro grupo y lo vamos a seguir pidiendo allá dónde un conjunto musical nos permita una sugerencia.

También hemos llegado al convencimiento de que tenemos tres posibilidades de refrescar nuestras gargantas: la cerveza Bucanero, fuerte y tostada, con una lata de lo más bonita; la cerveza Cristal, más ligera y menos alcohólica y la combinación de cualquiera de ellas con una gaseosa con sabor a limón de la omnipresente marca de refrescos "Ciego Montero".

Con algunas concesiones al vino, normalmente español, y a los mojitos o los daikirís, vamos a beber mucha cerveza en este viaje, mucha.

Mi sueño de fumarme un habano en Cuba lo satisfice tras la comida del Patio. Fue tanta la presión de los vendedores de cigarros falsos que entré en una tabaquería oficial y pagué un precio español por un montecristo similar al nº 4. Pero valió la pena, estaba fresco y me pareció delicioso después de la langosta, los camarones, el pargo y viendo la plaza de la Catedral desde aquel balcón privilegiado.

La siguiente afirmación fue decepcionante. La famosa Bodeguita de Enmedio tiene un aspecto lamentable, como de tela de araña para atrapar turistas desinformados. Ni una buena foto se llevo la pobre...

Nuestro último ramalazo de turistas auténticos fue la visita al mítico La Floridita. Había que hacerlo y yo me pregunto ahora qué vida tan intensa no habrá llevado Hemingway para habernos dejado tantas huellas y tantas dudosas famas a lo ancho de este mundo.

Creo, por otra parte, que estando en La Habana, poder entrar en La Floridita marca una distinción social y económica. Yo me sentí privilegiado entonces pero me avergüenzo un poco ahora.

Todos mis compañeros de viaje han sentido una especial atracción por el Malecón. Yo, sin embargo, una vez visto creo que ha debido tener épocas mejores porque del lado de la tierra el paisaje urbano es desolador pero en obras (y eso le quita el encanto del abandono), mientras que del lado del mar, vemos una bahía abierta y sosa mientras que el Malecón mismo me parece bastante insulso, con su construcción maciza y lisa.

Y una reflexión fotográfica para terminar. Creo que la sesión fotográfica que les hicimos a las quinceañeras no dio el resultado merecido y no se podía pedir más al lugar, el atrezzo, la situación y las modelos. Creo que debemos reflexionar sobre ello porque no he visto ningún fotón de ese momento y debería haberlo habido.

La Habana 26/09/2005

Hoy hemos aprovechado bien el día. Casi 12 horas pateando La Habana. Aún así me queda la sensación de haber visto solo la punta del iceberg. Creo que en una semana no llegaríamos a ver y conocer la ciudad como me gustaría. En el taxi hasta la Plaza de Armas otra vez el Malecón desde el coche, cómo me atrae y todavía no lo he podido pasear, ya tendrá que ser a la vuelta.

La plaza de la catedral parecía vacía cuando llegamos. El ambiente era como de comienzo de jornada, todo arrancando despacio y sin prisas. Vendedoras de flores y besos para quien se quiera fotografiar con ellas, santas echadoras de cartas y el bailarín de la plaza todavía no despliegan gran actividad. Hoy sí hemos visto y oído algo del lado musical de La Habana. Música en directo para nosotros. Enfrente de la catedral nos reciben "Los Mambises" con su "Sarandonga".

Salimos por O'Reilly y Plaza de los Capitanes Generales, después la calle mercaderes, en todas ellas se mezclan edificios rehabilitados, con ayuda de Fraga según la taxista, con otros ruinosos, la mayoría todavía, que da miedo pasar bajo esas cornisas y lo que queda de los balcones. En un parquecito en la calle Mercaderes hacemos una parada larga. Un grupo de niñas celebran sus quince años. Una fiesta tradicional donde posan para el fotógrafo con su 300d disfrazadas de princesas y maquilladas y peinadas para la ocasión. Odalys, que se ha podido escapar un rato del trabajo para enseñarnos la Habana Vieja, me cuenta que la mayoría de las familias no se lo pueden permitir, y que algunas tan sólo hacen el reportaje fotográfico y video pero no les llega para la fiesta.

A estas horas las tarjetas ya echan humo y sólo estamos empezando. Tras una parada técnica para reponer líquidos al son de "Canta y sé feliz" de Peret seguimos pateando calles, Plaza Vieja, donde disfrutamos de la música deliciosa del cuarteto "Ventus Habana", Plaza de San Francisco de Asís, Oficios, y vuelta a la Plaza de la Catedral. No creo que el recorrido haya sido de más de 2 km en 4 horas pero ya llevamos los ojos cargados de imágenes y los oídos llenos de música, desde luego se podría decir que en cada esquina, en cada calle hay una película, una novela o un bolero esperando a que alguien lo escriba.

La comida en la Plaza de la Catedral es en un palacio, "El Patio", decoración clásica, elegante y sobre todo, fresco y sin aire acondicionado. La comida es aceptable y el "marco incomparable". El "Trío Alpha" hace las delicias del grupo con "El cuarto de Tula" (que a partir de este momento se convierte en el tema principal de la banda sonora del viaje). La sobremesa se alarga y desde el balcón donde nos han puesto la mesa vemos la plaza como desde un palco, las mesas de la terraza del café, el bailarín de la plaza, es como estar en una película, de espías, el protagonista pasa inadvertido en una de esas mesas tomando un café o un martini seco antes de salir pitando a salvar el mundo antes de las siete de la tarde.

Cuando conseguimos mover el culo, salimos de la plaza por la calle Empedrado, enseguida llegamos a la "Bodeguita de enmedio", donde no entramos, y después atravesamos por una callejón hasta la calle Obispo.

Si toda la Habana Vieja está llena de vida, Obispo es un hevidero, por lo menos a esta hora. Niños salidos del colegio, mujeres de compras, hombres sentados en las aceras y esquinas. Viejas en los portales, chulos vigilantes de sus chicas, incluso me cruzo con algún travestí. Al final de Obispo "El Floridita" donde tomamos un par de daiquirís tan ricos como caros. Aquí otra vez la música.

El taxi hasta el hotel Nacional donde habíamos quedado con Odalys, me vuelve a poner delante el Malecón, a esta hora está más lleno de gente, caminantes solitarios y, sobre todo, parejas, parejas de verdad y de pago que pasean o se esparcen por el poyete en busca de la brisa y de la charla que no para.

El Hotel Nacional es un monumento y patrimonio nacional de Cuba. Gran lujo al estilo de los años 50, en aquella época al servicio de las grandes mafias de Chicago y Nueva York y hoy al servicio de los turoperadores españoles. En los jardines, muy cuidados, se nos hizo de noche y cenamos en el chiringo. Comida criolla acompañada con zumos y ensalada de frutas. Menú ya familiar. La orquesta "Constelación" me parece más vulgar que el resto pero quizá es la repetición lo que hace el cansancio.

Agotados volvemos al Hotel. Aún no han arreglado la luz de la habitación.
Hace muy buen tiempo.

28 octubre 2005

La enseñanza en Cuba



Es difícil dar una opinión de un país desde la postura del turista. Es un error que cometemos a menudo, cuando vemos un ejemplo de algo y enseguida generalizamos. Sin embargo algo que siempre destaca en Cuba, tanto en mi anterior viaje como en este, en todas las ciudades y pueblos que hemos estado, es la enseñanza. Por pequeño y humilde que sea el lugar, los niños van a la escuela perfectamente uniformados, límpios, con sus camisitas blancas, impolutas, planchadas, así como sus calcetines. Un buen comienzo para recibir una mejor formación y después se nota cuando hablas con las gentes de cualquier condición. Maravilloso.

Cuba y la imagen

Tengo la sensación de que Cuba es un país con pocas imágenes.

Acostumbrados a que en esta parte de Occidente estamos invadidos por imágenes de todo tipo, especialmente comerciales, y que llegan a ser agresoras de nuestra intimidad, allí choca la ausencia de ellas.

Nosotros, fotógrafos, tenemos una especial sensibilidad a este fenómeno.

Los periódicos apenas tienen imágenes y las pocas que hay son en blanco y negro. No hay vallas publicitarias, sólo algunas con consignas políticas y una imagen pobre. No sé que sucede en la televisión pues la vi poco, pero me temo que siga el mismo patrón.

Y la población está ávida de ellas. ¿Cuántas veces nos pidieron revistas ilustradas, el famoso Hola o cualquier cosa que tuviera fotos en color?

¡Qué importante era la sesión de fotos y vídeo en la Fiesta de los Quince!
¡Cómo les gustaba que les hiciéramos fotos, con la esperanza de recibir una copia!

¿Habrá un término medio, donde la imagen exista pero no agreda como aquí?

27 octubre 2005

La Habana 25/09/2005 - II

Antes de comentaros mis impresiones de este primer día en Cuba, tengo que escribir unas pinceladas de la llegada la tarde anterior.

Recuerdo algunas cosas que me impresionaron especialmente, como el largo sobrevuelo de Cayo Hueso en Florida, como una despedida prolongada de un modo de vida.

También el verde de Cuba, tan uniforme, tan tupido, tan húmedo, tan verde mientras nos aproximábamos al aeropuerto José Martí de La Habana.

Un golpe de belleza en las mujeres que divisamos en el interior del aeropuerto, incluso con sus uniformes policiales o de aduanas, una belleza natural, fresca, sincera.

Y finalmente, el golpe de calor al salir al exterior en busca de la primera puesta de Sol, fallida pero ilusionante.

Un calor y una humedad que empañaron mis gafas y una buena parte de los objetivos de nuestras cámaras. Quizá no estaban preparadas para lo que les esperaba.

El primer día fue para nosotros un día de profundo cambio y fuimos afortunados de que así fuera. Porque empezamos como unos típicos turistas, viendo las cosas con una cierta distancia, comparando con el lugar de donde veníamos y disfrutando de las cosas como espectadores.

Hubiera sido un error continuar con esa actitud, pero el almuerzo de bienvenida que nos ofreció Odalys en su casa y el paseo tanto de ida como de vuelta desde nuestro Hotel a su casa nos permitió conocer la vida real de los cubanos y compartir con ellos los primeros sentimientos y las primeras sensaciones que fueron intensas gracias a nuestra afición a la fotografía.

Tengo la sensación de que recibimos más cariño del que fuimos capaces de dar y empezamos a sentirnos cerca de las personas, confiantes y confiados.

De ahí a empezar a llenar las tarjetas de memoria de las cámaras con sonrisas fue un paso....

26 octubre 2005

La Habana 25/09/2005

Bajo todos estos escombros hay una ciudad hermosa. La vida aquí no tiene paredes. Todo ocurre en la calle ante los ojos de quien quiera pararse a mirar. También hay que ir bien atento al caminar porque hay gente que parece no moverse del sitio. Sentados en los portales o en las aceras esperan... Hay momentos (muchos) en que esto no parece real.
El barrio de El Vedado, muy cerca del hotel, lo hemos recorrido a pie hasta la casa de Odalys. Palacetes destruídos conviven con los bloques de apartamentos. Es domingo y la gente está en las puertas de las casas, arreglando los "autos", los niños juegan al béisbol y todo, todo el mundo está en la calle y casi todos sonríen al vernos pasar. Algunos nos piden que les hagamos fotos, otros se dejan hacer y también hay quien mira para otro lado.
La casa de Odalys es un apartamento pequeño, creo que dos habitaciones, en el salón apenas cabíamos todos. En la cocina, minúscula, había una nevera pequeña y una cocina de gas donde Odalys nos ha preparado una comida abundante y riquísima. Se ha ido la luz.
Para empezar un increíble zumo de papaya (fruta bomba), después una especie de buñuelos con algo parecido a la yuca, tostones, y luego el plato fuerte, carne de cerdo cortada como en tiras, parecía carne asada pero según nos dijo era frita. Estaba macerada y ligeramente aromatizada con limón. Se acompañaba con arroz blanco y frijoles, para mi gusto lo mejor, guisados con pimientos (ají) y caldo de carne. Para terminar un cóctel de frutas espectacular, con papaya, toronja y guayaba. Odalys es encantadora con nosotros.
La mañana la perdimos prácticamente en la visita al Capitolio. En el centro es otro rollo. Mucha gente vive de lo que puede sacar a los turistas y nosotros lo somos. Sólo queda aguantar. Lo mejor ha sido la ida y la vuelta, toda la calle 23 hasta el Malecón. Es como lo imaginaba. Edificios ruinosos se mezclan con hoteles reformados de 5 estrellas y rascacielos que se caen de puro abandono. Al otro lado de la inmensa avenida el paseo y el mar. Incluso hoy que estaba en calma se podían ver algunas crestas de espuma levantarse por encima del poyete de piedra. A la hora que hemos pasado paseaban las familias, las parejas y algunos turistas.
Hace mucho calor. Todo el rato estoy sudando pero lo peor es al salir de las salas con aire acondicionado, es como entrar en una baño donde alguien acaba de ducharse. Aunque decidimos no quejarnos de esto. Hace muy buen tiempo.

25 octubre 2005

Presentación

Me he decidido a presentaros aquí las notas que escribí durante nuestro viaje. Por cuestiones de tiempo y para darle mayor emoción lo presentaré en capítulos, unos días más y otros menos. Como iréis viendo algunos días estuve más inspirado y otros más escueto, dependiendo del cansancio acumulado, del tiempo que tuve para escribir y, sobre todo, de las sensaciones y acontecimientos de cada día. En algunos capítulos me permitiré la licencia de omitir algún párrafo o de añadir algún adorno pero, básicamente, lo que veréis será el contenido de mi cuaderno. Por supuesto, esto no pretende ser un coto cerrado sino algo abierto donde cada uno aporte sus impresiones sobre lo que lee y, si alguien se anima, escriba sus propias notas, el que quiera hacerlo sólo tiene que decirmelo.

Además pretendo añadir fotos a las palabras (o al revés) y, con vuestro permiso, no sólo las mías sino las que mejor vengan con lo que se escriba en cada capiítulo.

Por último os quiero advertir que no debéis esperar grandes cosas de lo que aquí va a ir apareciendo, no pretendo escribir un libro de viajes, sólo transcribir unas notas tomadas sobre la marcha. Mi deseo principal es que esto quede escrito en algún sitio y que todos los que compartimos este viaje podamos revivirlo siempre que queramos.