25 noviembre 2005

Cuba en Viajes National Geographic

La prestigiosa revista Viajes National Geographic dedica la portada y el reportaje principal de su ejemplar de este mes a Cuba: La Habana y los variados paisajes del Oeste.

Ni que decir tiene que hay fotos estupendas y uno se queda siempre con la sensación de que ha hecho las cosas del modo equivocado, mezclando turismo y fotografía, y dejando de hacer las fotos buenas.

En fin, disfrutad lo. A mi me sabe agridulce.

24 noviembre 2005

Cuba y el cine

Cuando llevéis unas líneas os daréis cuenta de que yo soy poco cinéfilo y ello junto a mi mala memoria me incapacitan para hablar del cine cubano.

No obstante ser un país prolífico en producción, y coproducción, y de una buscada calidad artística bien organizada (el ICAIC lo atestigua), yo apenas conozco el cine de ese país.

Antes del viaje volví a ver "Buena Vista Social Club", para disfrutar de la música y preparar mis ojos para lo que después iría a fotografiar.

Al regreso, vi "Habana Blues" y me encantó la historia y sobre todo el costumbrismo reciente que refleja y que entendí perfectamente después de haber visitado la isla.

He vuelto a ver (la verdad es que me acordaba de poco) "Guantanamera" y la he disfrutado mucho, con ese humor caricaturesco y mucha sensibilidad humana.

Me gustaría ver más, pero necesito vuestras sugerencias y esa es la finalidad de este artículo.

Las espero.

21 noviembre 2005

Cuba y la música

La historia de nuestro viaje quedó cerrada con el artículo precedente de Paco, pero ha habido un post viaje, al menos por mi parte.

Uno de los principales aspectos de ese mi post viaje ha sido la música, la música cubana y la música acubanada.

Al llegar a casa busqué toda la música de Cuba que pude encontrar -también preparé una recopilación en mp3 de los CD's (léase "si dis") que nos trajimos de allá para entregar a mis compañeros de aventura- y la he venido oyendo con gusto.

Dentro de este capítulo tengo que resaltar la música de Chucho Valdés por varias razones: su abundancia, su variedad y, sobre todo, su elegancia al piano.

Y finalmente el detonante de que me haya puesto a escribir esto ha sido descubrir el doble disco "Cuba le canta a Serrat" que como os podéis imaginar son temas de Joan Manuel Serrat -que han acompañado toda mi vida- interpretados por cantantes cubanos, unos famosos y otros menos, incluso desconocidos por mí hasta ahora.

Es fácil imaginar que lo estoy disfrutando mucho porque es una música, la de Serrat, que se presta mucho a los arreglos musicales netamente cubanos, más o menos movidos pero siempre con un encanto azucarado, vibrante, enérgico y sentido.

20 noviembre 2005

La Habana 06/10/2005

21:30 Sobrevolamos La Habana y ya he empezado a olvidar los paisajes anacrónicos de esta ciudad maravillosa. Los carros americanos multicolor. El olor a gasolina y aceite quemado. Las casas también de mil colores, milagrosamente todavía en pie. Los barios llenos de gente que vive aparentemente feliz ...a pesar de todo... Los niños y niñas uniformados entrando y saliendo puntuales de la escuela. Las chicas que buscan con la mirada y caminan como si sus caderas flotaran sobre sus piernas, escribiendo un S.O.S con su cuerpo a cada paso. Las eses las ponen ellas y las oes el mirón ocasional...

Resuenan todavía en mis oídos los ecos del Cuarto de Tula, Chan chan o el canto a la querida presencia del Comandante que ya no quiso más ser ministro. El tac-tac-tac tac-tac de las claves africanas y la melodía aguda del tres o del requinto que acompañarán para siempre las imágenes y la memoria de este, mi primer viaje a Cuba.

19 noviembre 2005

La Habana 06/10/2005 - Previo

La diferencia de intereses que se manifestó a nuestro regreso del tour, sigue dividiendo el grupo durante algunas partes del día.

Hoy, nos dirigiremos todos hacia el centro pero unos se van de mercadillo (Maribel se lleva mi encargo de comprar una muñeca criolla para mi hija) y Miguel y yo daremos un paseo por la zona del Malecón que bordea la ría, el Castillo de la Real Fuerza, la plaza de Armas y tendremos el acierto de hacer una visita guiada al Palacio de los Capitanes Generales.

La guía nos mostrará la parte histórica, verdaderamente interesante, con un repaso a la colonia española, los diversos intentos de independencia, la intervención estadounidense y su influencia en la política cubana durante la primera mitad del siglo pasado.

Conoceremos a los capitanes generales que gobernaban aquí en nombre de la Corona española durante la larga presencia de nuestros antepasados, a los líderes de las guerras de independencia del siglo XIX y los presidentes del periodo republicano hasta la Revolución castrista.

Y recorreremos, también, la parte artística por las salas en las que se exponen los muebles y enseres que ocupaban este palacio en aquellos tiempos históricos.

Al salir, daremos un paseo por el mercado del libro de ocasión que se monta en esta Plaza de Armas, y Miguel encontrará un libro cuya traducción del alemán fue hecha por su padre.

Un par de cervezas en una terraza de la misma plaza nos sirve para tomar el pulso a la gente que pasa frente a nosotros, gente de todo tipo, el bullicio de una Habana que muy pronto vamos a añorar.

Hemos quedado con el resto del grupo para comer en un paladar de la Calle 23 y tomamos un taxi para ir allí. Pero el taxista no es un taxista corriente, es simpático y dicharachero, un portento para alargar las carreras a cambio de un poco de cultura y vida habanera en el límite entre lo turístico y lo costumbrista. La verdad es que fue una delicia y de no ser por nuestra cita con el grupo, estoy seguro de que seguiríamos recorriendo las calles de la Habana...

Los paladares son a los restaurantes lo que las casas de alquiler son para los hoteles. En teoría tendrían algo más de calidad -por aquello de la libre competencia- y algo menos de precio -por la misma razón-; pero no hay grandes diferencias en el balance global y la relación calidad/precio.

Hemos comido bien durante toda nuestra estancia, pero no ha sido nada barato; y sin embargo hemos notado las carencias y la falta de variedad, aunque quizá sea el contraste con nuestros hábitos.

Regresamos al hotel, recogemos los equipajes y esperamos al transfer que nos llevará al aeropuerto José Martí donde esperaremos nuestro vuelo de regreso, tras pasar los controles de inmigración y dejar los 25 pesos convertibles a mayor gloria del sistema, un sistema al que se le nota que trata al turismo como una fuente de ingresos. Como en todas partes, pero en la mayoría de aquellas lo disimulan y aquí lo notas con mucha intensidad.

El viaje de regreso, creo que gracias a lo adecuado del horario, lo pasé durmiendo y amanecí al mediodía de Madrid.

Ha sido una gran experiencia.

La Habana 05/10/2005 - II

Efectivamente fue un día de lluvia, pero llovió por la tarde como es frecuente por aquellas tierras en esa época.

Sin embargo, por la mañana hizo un día de Sol con unas nubes negras que anticipaban la tormenta de la tarde pero que dieron su juego fotográfico mientras duró la luz.

Salimos todos del Hotel hacia la plaza de la Revolución, donde se levanta el Memorial José Martí y el Ministerio del Interior que ostenta en su fachada el famoso rostro del Ché con el lema "Hasta la victoria siempre" que se ha hecho tan famoso.

Como en ese momento teníamos diferentes intereses fotográficos, el grupo se dividió y quedamos en reunirnos de nuevo a las 2 de la tarde en el Hotel Nacional de Cuba.

Yo me dirigí al Cementerio de Cristóbal Colón y, de camino, cuando pasaba por la puerta del Teatro Nacional de Cuba, entablé conversación con un fisioterapeuta que trabaja allí. Le acompañé al interior y tuve la suerte de conocer sus bambalinas, los ensayos de danza, el montaje de tramoyas y sus dos salas. Un ambiente para mí desconocido y que me resultó muy interesante.

Llegado al Cementerio, disfruté mucho paseando por él, transportado a tiempos pasados, de tiempos coloniales a tiempos revolucionarios. Muchos recuerdos a España, sus emigrantes y sus tierras. Retazos de conversaciones con la gente con la que me cruzaba y una visita especial al monumento que mantiene la Sociedad Asturiana de Beneficencia acompañado por el capellán. Mi recuerdo a Bernardo, que lleva cuidando de este panteón desde hace muchos, muchos años.

Me resultaba muy llamativo ver panteones de ilustres españoles junto a las tumbas de famosos artistas cubanos y monumentos dedicados a personajes y grupos fallecidos por la Revolución.

No pude terminar la visita pues fui advertido por un vigilante de que unas personas me esperaban con malas intenciones. Naturalmente acabé en ese momento la visita y en taxi -bueno, un vehículo privado que por unos pesos convertibles te lleva donde le digas- me dirigí al Hotel Nacional.

En su terraza esperé la llegada del resto del grupo y el diluvio que se desató nos tuvo presos toda la tarde. Comimos en la Cabaña, hicimos una larga sobremesa bajo la intensa lluvia y a última hora nos fuimos en taxi al "Dos Gardenias", un complejo con bar, restaurante y sala de baile.

Cenamos con vino chileno y tras la cena, la poca animación de la sala -estábamos solos- nos hizo desistir de más y regresamos al hotel.

Mañana será el día de nuestro regreso, pero tendremos toda la jornada para despedirnos de La Habana.

15 noviembre 2005

La Habana 05/10/2005

Diluvia en La Habana. Descansamos en los soportales del Nacional después de dos días sin parar de patear La Habana y sudar a chorros. Ayer, al llegar de Santa Clara, me perdí yo sólo desde el hotel andando hasta la plaza Vieja, casi cinco horas de empaparme esta ciudad. La idea era ir en taxi pero según andaba 23 abajo, me convencí de que tenía que seguir caminando. Como he dicho otras veces, la vida está en la calle y así se vive.Los niños saliendo del colegio con los uniformes desarrapados después de todo el día. Nada que ver con el aspecto que llevan a la entrada. El uniforme de las adolescentes es de infarto (ya lo alabó Arturo otro día). Las adolescentes también.

Hoy no hay cola en Coppelia, entro pero no me apetece un helado, estoy al lado ya del Malecón. No hay mucha gente a estas horas, paseo tranquilamente y de vez en cuando me paro y charlo con alguien. Un grupo de chavales están saltando desde el Malecón, me quedo un rato con ellos.
Después, desde el castillo de San Salvador hacia la Plaza vieja, donde habíamos quedado todos. Allí esperan Arturo y Miguel. Reímos y admiramos los trucos de un mago en la misma plaza. Cenamos allí, de nuevo mecidos por la música de Ventus Habana.

PS: Sé que me he saltado un día (o casi) pero así estaba en el cuaderno. Estamos llegando al final y faltan las fuerzas. A ver si entre todos reconstruímos ese trozo...

14 noviembre 2005

Santa Clara - La Habana 04/10/2005

Recuerdo que reservamos la mañana de este día para el auténtico recorrido turístico de Santa Clara que empezó con la visita al Mausoleo del Che Guevara, una extensa área con aparcamientos y una gran explanada presidida por un monumento grandioso dedicado al Ché más revolucionario que, en su interior, alberga una sala donde reposan los restos del Comandante, sus correligionarios cubanos y algunos revolucionarios que cayeron con él en Bolivia.

Es una sala de estilo moderno, donde no falta la llama perpetua y donde se exige y se presta un comportamiento respetuoso, rayano en lo venerable. Parece que un acuerdo entre los gobiernos de Cuba y Bolivia permitieron que, durante un tiempo limitado, el gobierno cubano excavara en la zona donde tuvo lugar el último combate en busca de los restos mortales del Ché y sus compañeros. A punto de finalizar el plazo, y con la ayuda de los lugareños, los encontraron finalmente.

La otra parte del Mausoleo aloja un museo con documentos, armas, pertrechos y efectos personales pertenecientes al Ché y a sus compañeros en la lucha del frente de la sierra de Escambray.

La utilidad de este inmenso lugar es triple. Por una parte, es un destino turístico; por la otra, es visitado continuamente por escolares de todas las edades y finalmente, acoge grandes reuniones de masas para celebrar actos y discursos de contenido político o patriótico.

A continuación visitamos el monumento al Ataque al Tren Blindado, un episodio bélico que permitió la conquista de Santa Clara y el avance definitivo de las tropas del Ché sobre La Habana.

Vimos escolares en el Mausoleo y vemos más aquí. La verdad es que da gusto verlos, tan limpios, tan uniformados, tan formales dentro de su natural carácter revoltoso...

Y otro paseo por el centro de la ciudad para recoger los equipajes ya que regresamos a La Habana. El tour se acaba y tenemos que darnos prisa porque tenemos un tiempo límite para devolver la furgoneta.

Entramos por el túnel que cruza la bahía de La Habana por debajo del Castillo del Morro y la sensación es una mezcla de modernidad e historia, una sensación diferente a la que produce la Habana Vieja y el Malecón. Más auténtica, más viva y más real

Llegamos al Hotel, nuevamente el Hotel El Bosque, y se produce una situación extraña que no he terminado de analizar. Parece como que el viaje ha terminado y cada uno va a su bola. Desaparece el grupo como tal y todos tomamos decisiones personales sobre qué hacer a continuación.

Así que, ante este desbarajuste, yo me uno a Miguel y a Abilio y nos vamos al centro a devolver la furgoneta. Un trámite largo y complicado ya que nos hemos excedido en el tiempo de entrega. Miguel lo solucionó con soltura y los tres nos damos un buen paseo por una zona de La Habana algo más pura que la parte que está entre el Capitolio, el Malecón y la ría.

Comemos una pizza y una cerveza mientras Abilio nos sigue ilustrando sobre Cuba, sus gentes y sus costumbres. Le dejamos marchar en busca de su mujer y seguimos caminando hacia los lugares emblemáticos: La Floridita, la calle Obispo, la plaza de la Catedral, la plaza de Armas y ya anocheciendo la plaza Vieja donde nos reuniremos todos.

Aquí nos deleitará con sus juegos de manos el famoso ilusionista del retrato de Miguel. Cenaremos en el Restaurante que hoy ocupa el edificio de una vieja institución benéfica fundada y mantenida en el siglo XIX por una dama española de alcurnia y donde tocan nuestras amigas del grupo Ventus Habana.

El regreso al hotel nos regalará dos nuevas experiencias. Las fotos nocturnas del Capitolio y la carrera de cocotaxis, algo divertido donde lo haya.

11 noviembre 2005

Santa Clara - Los Cayos 03/10/2005 - II

Las playas del Norte son uno de los pocos atractivos de Santa Clara, a los que se unen el Memorial del Ché Guevara y el monumento al ataque al Tren Blindado, ambos fuertemente ligados a la Revolución.

Estos cayos no están cerca de la ciudad y requieren un recorrido de un par de horas para llegar allí. Al turista inquieto habrá algunas cosas que le llamarán la atención.

Para empezar, hay una especie de frontera al llegar a los cayos. Un policía dejará pasar solamente a los extranjeros o a los cubanos que vayan acompañando a alguno de ellos. Entramos en territorio "turístico".

Nos encontraremos también con una curiosa autopista. Es de peaje, lo que refuerza la sensación de estar en territorio capitalista, y va de islote en islote uniéndolos por puentes casi a ras del mar. Como esos islotes son bajos y planos, la sensación es casi como de ir flotando entre manchas azules de mar y verdes de vegetación.

Llegaremos a Cayo Santa María, donde nos espera un estupendo "resort" de la cadena Meliá, pero 50 CUC por pasar allí el día nos parece excesivo aunque incluya la comida y un espectáculo por la noche. Así que bajamos el listón y nos dirigimos a Cayo Las Brujas donde una bonita playa y un hotel más modesto, con una terraza y un bar estupendos, colmará nuestras necesidades.

Lo sorprendente es que este complejo es también de la cadena Meliá. ¿Cuántos más habrá en estos cayos del Norte?¿Cómo será en Varadero, Cayo Coco o cualquiera de los que aquí en España anuncian las agencias de viajes?

Uno piensa en ese otro tipo de turismo que viene directo a uno de estos complejos del "all inclusive", aterriza en el aeropuerto más cercano al hotel y pasa una semana larga sin ver Cuba, sin saber si está en México, República Dominicana o Jamaica. A lo mejor tiene suerte de conocer a alguna camarera o jinetera y puede cambiar palabras, o algo más, con algún cubano...

No obstante el inicial rechazo a este tipo de turismo, durante el tiempo que pasamos en Cayo Las Brujas llegué a pensar que sería agradable pasar aquí unos días con una buena compañía y dedicándose sólo a tomar el Sol, nadar en las aguas turquesas, comer, beber, y etc., etc., etc., lo que el cuerpo aguante.

El Sol es fortísimo y aunque sopla una brisa muy agradable, no estamos mucho tiempo ni en la arena ni en el agua. El baño es placentero aunque el agua viene un poco revuelta y pronto nos reuniremos todos en la terraza y, con un intermedio para comer algo, tomaremos refrescos y cervezas durante todo el día.

La puesta de sol despertará nuestros instintos fotográficos y nos dedicaremos a ella en cuerpo y alma durante un buen tiempo. De regreso a la furgoneta, caída la penumbra, una nube de mosquitos nos perseguirá y hasta entrará con nosotros en ella por lo que los primeros kilómetros del regreso los dedicaremos a exterminar a los molestos visitantes.

De regreso en Santa Clara, cenaremos juntos y cada cual hará lo que más le divierta; pero ya que Paco ha comentado algo sobre su casero yo también diré que me hospedaba en casa de Isis y Luís. Una familia que tiene un par de chavales y que vive de alquilar la habitación que ocupo. Isis dejó su trabajo de administrativa en un despacho de abogados cuando obtuvieron la licencia de alquiler. Luís sigue trabajando fuera de casa -más por guardar las apariencias que por otra razón- y es un enamorado del deporte que no sólo practica sino que lo archiva en álbumes con recortes de prensa, como el de Javier Sotomayor que me enseñó orgulloso.

Hablando con ellos en alguna de esas veladas me preguntaron cuántos hijos tenía yo. Les dije que tres y su pregunta me chocó mucho: ¿Todos con la misma mujer?

Todavía estoy pensando en la respuesta....

10 noviembre 2005

Santa Clara - Los Cayos 03/10/2005

Hoy sí que ha sido el auténtico día de descanso de este viaje. Día de playa en cayo Las Brujas, paraíso hasta el atardecer cuando se convierte en infierno por culpa de los mosquitos y jejenes. Volvemos a cenar a Santa Clara y camino a nuestras casas nos desviamos y tomamos una copa en el parque Vidal. Íbamos a entrar en la discoteca del Hotel Santa Clara Libre pero el ruído que se oye desde la calle y el calor que hace no nos animan mucho, la falta de ganas hace el resto. Nos tomamos un mojito / trago en un bar en una esquina de la plaza. Invito yo que para eso es ya mi santo.

Las dos noches que pasamos en Santa Clara, a pesar de llegar a casa bastante fundido y con ganas de acostarme, me ocurre igual, mi casero me está esperando para abrirme la puerta y nos quedamos charlando mucho rato a la entrada de mi cuarto. En la tarjeta dice: Sr. Antonio Acosta Castro, Hostal Colonial, Santa Clara, CUBA.
Es un señor de unos cincuenta años, pelo blanco, cara amable y barriga de un tamaño, por cierto, siempre al aire. Es raro pero no hemos comentado aquí la costumbre tan arraigada entre los cubanos (desgraciadamente no entre las cubanas) de ir con el torso al aire. A todas horas y en todo lugar... no me extraña, la verdad.
Qué fácil es hablar con un desconocido que quiere hablar contigo. Antonio conoció el Madrid del año 1983, le dije lo que había cambiado desde entonces, incrédulo él porque no me hacía tan mayor... me contó lo que le había gustado aquel Madrid, y yo lo que me gustaba también, aquel Madrid de Tierno, tan querido entonces y tan descalificado después. Por cierto que él murió aquel año. Hablamos de muchas cosas, y hasta me contó con los ojos humedecidos por la nostalgia cómo renunció por amor a la gran oportunidad de su vida. Un buen tipo Antonio... como tantos que hemos conocido aquí.

Hoy ha hecho un día estupendo.

Cuba y sus paradojas

Para un visitante atento, todos los países tienen sus paradojas.

Cuba no es menos y tiene las suyas. Hoy dedicaré estas líneas a algo que nos llamó mucho la atención.

Ya habréis leído que la isla es verde, verde frondoso, verde tropical. A pesar de sus sierras, gran parte de la superficie es llana y está cultivada. El resto sigue siendo verde, verde pasto, tan verde que dan ganas de ser vaca.

Pero no, no es una buena elección. La inmensa mayoría de los animales están flacos, tan flacos que se les marcan las costillas y de los carnívoros se podría esperar porque los cubos de la basura contienen pocas proteínas, así que lo peor de la paradoja está en los herbívoros.

¿Cómo pueden estar tan flacos habiendo tanto pasto?

Uno, que no es de campo y le falla la sabiduría popular de esas gentes, aventura que quizá esas hierbas no sean comestibles, o sean venenosas, o tengan mal sabor... pero parece que esa razón no es muy consistente.

Preguntado un campesino que tiene un caballo, tan flaco como él mismo, contesta que en Cuba los animales trabajan mucho. Bueno, es una explicación que excluye de la paradoja a los animales que trabajan.

Pero quedan los que no trabajan, los que vemos sestear por los campos con la única obligación de comer y reposar, comer y reposar, comer y reposar.

¿Están flacos por solidaridad con la clase trabajadora y con los desheredados de la fortuna?

No lo creo, pero sería muy bonito...

06 noviembre 2005

Cuba y los cables

Hay algunos detalles que llaman mucho la atención en Cuba. Uno de ellos es la cantidad de cables que cuelgan y cruzan las calles.

No sé exactamente si es propio del subdesarrollo o de los gobiernos autoritarios; el último país en que esto mismo me llamó la atención fue Siria.

El caso es que no se ven criterios para el tendido de los cables. Parece que van por donde ellos mismos quieren, sin que la mano del hombre los reuna, disimule u ordene.

Y no me cuadra mucho, porque en un país de fuerte regulación los cables se han librado.

Para las fotografías es un problema inicial porque estamos acostumbrados a evitar o borrar los cables y postes de nuestras fotos, pero aquí no hay manera ni de una cosa ni de la otra.

Al poco tiempo de estar aquí, nos hemos acostumbrado, y cables y postes serán actores de reparto de muchas de nuestras fotos. Disfrutádlos...

05 noviembre 2005

Trinidad-Santa Clara 02/10/2005

Paco me ha tendido una trampa envenenada cediendo el testigo sobre el relato del día de hoy.

Yo me había acostumbrado a construir mi colaboración sobre el esqueleto de su relato previo y hoy no lo tengo. Sólo me quedan las fotos y una flaquísima memoria.

Recuerdo que Paco y Horhe, como consecuencia de su hermanamiento con la población indígena y foránea aderezado con zumo de caña de azucar fermantado, durmieron hasta el mediodía.

El resto salimos tarde de las casas, y Maribel y Txaro se quedaron en la estación del tren para hacer algunas fotos y regresar a Trinidad para recuperar el tiempo perdido (fotográficamente hablando) ayer en la playa y llenar sus tarjetas de la vida triniteña.

Antes de dejarlas, pararemos para ver un entierro que pasa a nuestro lado. Me llaman la atención los colores claros. La pena es la misma en todas partes, pero los colores son diferentes.

Miguel y yo visitaremos, con Abilio, el Valle de los Ingenios o Valle de San Luis. Llegamos a Manacas-Iznaga donde se alza la famosa torre que un indiano español construyó, cuenta la leyenda, de la misma altura a la que su hermano perforó un pozo.

En cualquier caso es un bello campanario, centro de una pequeña población y que nos ofreció unas vistas preciosas de un valle verde y frondoso. El día volvió a ser luminoso y brillante, con unas bonitas nubes de algodón.

A los pies del campanario bordan, y venden sus bordados, unas artesanas muy simpáticas y agradablemente agresivas. Miguel carga varias mantelerías y yo me compro la que pronto será mi famosa guayabera de lino.

De regreso paramos en un alto donde hay dos de las cosas que más nos gustan a Miguel y a mi: un mirador donde hacer fotos y un barcito donde tomar unas cervezas. En este además pueden hacer un guarapo -jugo de caña de azúcar- que combinarán con ron y que han triturado al momento. No está mal, pero es más antropológicamente curioso que otra cosa.

Saliendo de nuevo a la carretera, descubrimos un grupo de auras tiñosas disputándose los restos de un perro atropellado. Es la forma de acercarse a ellas y fotografiarlas a gusto. Tienen más hambre que miedo y toleran nuestra presencia.

Volviendo a Trinidad, comemos en casa de Ramonita y partimos hacia Santa Clara. Vuelve a caer la lluvia, como todas las tardes de los últimos días. El viaje será algo pesado, ya que volvemos a subir las cuestas de la Sierra de Escambray para cruzarla y llegar, del otro lado, a la capital de la provincia de Villa Clara.

Llegamos de noche y nuestro centro será la "casa de los médicos" desde donde nos reparten en 5 casas diferentes. Sólo Txaro y Maribel estarán en la misma casa.

Cenamos allí y nos retiramos a nuestras casas.... creo.

Mañana será otro día y espero volver a tener las notas de Paco. Me duele un poco la cabeza....

Trinidad 01/10/2005 - II

Bueno, un día de descanso.... más para unos que para otros.

La mañana se ha levantado soleada y brillante. No hemos madrugado mucho y nos vamos a la playa, aunque Miguel y yo iremos a dar un vistazo y regresaremos a Trinidad. Preferimos las fotos en la ciudad que el descanso en la playa.

Playa Ancón es una península alargada muy próxima a Trinidad. La pueblan algunos hoteles de "todo incluido" y algunos lugares para los cubanos; y en uno de ellos nos tomaremos la primera bucanero del día.

De regreso a Trinidad, Abilio nos dejará en la estación del ferrocarril, donde sestea un viejo tren de vapor que hace (o hacía) un recorrido turístico por el Valle de los Ingenios, otro lugar turístico de la zona. Por lo visto, el ferrocarril se construyó en esta zona de Cuba durante la colonia española antes de que se construyera la primera línea en España con el objeto de transportar la caña de azúcar y sus derivados.

Regresamos a Trinidad y comienza nuestro lento caminar foto arriba y foto abajo. Llegaremos pronto al centro del pueblo y visitaremos el Museo de la Lucha contra los Bandidos que recoge fotos, documentos, objetos, mapas y maquetas del periodo de lucha de los revolucionarios, instalados en el poder, contra los anticastristas financiados desde Miami y que poblaron las sierras de la isla.

Una visita interesante que nos libra del primer chaparrón. El cielo se ha cubierto de nubes negras que pasan veloces dejando la ciudad mojada, un encanto más que podemos disfrutar en los ratos en los que el Sol vuelve a aparecer.

Miguel y yo tomaremos unas cervezas a mediodía, en un bar-restaurante donde nos encontraremos a Paco y a Horhe un rato después. Comeremos una hamburguesa y llegaremos a la Casa de la Trova para tomar café.

No hay café, tampoco hay clientes. Los miembros de un grupo musical -que debería estar tocando pero no lo hace por falta de público- se ofrecen a facilitarnos el ansiado café. Así ocurre, sigue diluviando, pero nosotros hemos encontrado el lugar donde pasar la tarde.

Pasan los musicos y pasan los mojitos o los tragos de ron. Llegarán las chicas y seguiremos oyendo música y tomando. Se llenará el local, Paco y Horhe están en su salsa, ya conocen y nos presentan a sus amigos. Llegarán también Sara, su amiga y sus chicos. Parecemos una gran familia.

No es mal sitio este para pasar esta tarde lluviosa y desapacible.

Sin embargo, Miguel y yo dejaremos la Casa de la Trova para ir a nuestra cita con Rosa Nivia y Reinaldo Márquez, son los músicos con los que estuvimos ayer y a los que les prometimos volver para hacer algunas fotos que pudieran utilizar para las carátulas de su nuevo CD. Paco nos ha dejado su flash y hacemos algunas fotos.

Pero sobre todo, charlamos con ellos y con el marido de Rosa, que quiere vivir del mundo de la fotografía, busca un minilab, nos cuenta lo caro que es revelar fotos en Cuba. Aspiraciones, ilusiones, esperanza de que les den el permiso para salir de Cuba y hacer una gira por Europa. Esperan noticias de su empresario esloveno.

Se nos pasa el tiempo como una exhalación, tenemos que irnos. Hoy somos los anfitriones en la cena (durante nuestra estancia en Trinidad, cada día cenamos y desayunamos al día siguiente, en una de las tres diferentes casas en las que nos alojamos, para poder hacerlo juntos).

Llegamos tarde, pero son indulgentes con nosotros y nos vamos a comer este pargo de 12 libras que ayer pescó Mario con su barca. Lo hará relleno de langosta y camarón pero seguramente nuestra tardanza lo ha dejado un poco seco. O será que hemos comido mucho pargo, mucha langosta y mucho camarón y no lo he disfrutado tanto como era de prever.

Mario tiene una barca y puede navegar y pescar en una franja cercana a la costa y plagada de pesca. Le acompaña su hijo y un marinero. Esa actividad y el alojamiento de turistas le permiten formar parte de una nueva clase social cubana: los que manejan el peso convertible y tienen un nivel de vida mucho más desahogado que el resto de la población, que malviven con alegría resignada sujetos al peso cubano y a la escasez y poca variedad de los economatos gubernamentales. Baste decir que el pago por el alojamiento y el desayuno de un día en estas casas particulares es superior al sueldo mensual de un médico especialista.

Están sujetos a control gubernamental y pagan impuestos por sus rendimientos, pero con todo se nota que viven mejor que el resto. Es la rendija por la que se cuela el incipiente capitalismo.

04 noviembre 2005

Trinidad 01/10/2005

¡Un día de descanso! Por la mañana vamos a Playa Ancón, la playa de Trinidad. Tranquila, un puñado de turistas extranjeros esparcidos por la playa y, más allá del Hotel, también turismo interior. Horhe y yo hacemos una excursión a bucear en la barrera de coral. Es bonito pero el agua está muy revuelta y hay un poco de oleaje, lo que reduce la visibilidad y hace un poco incómodo el buceo, al menos para mí. Decido salirme del agua cuando me choco con una medusa enorme, aguas malas las llaman aquí, afortunadamente sólo la toco por arriba y me libro de los problemas de la picadura.
foto: Txaro
Por la tarde a Trinidad a pasear. Íbamos a ir a un concierto de música afrocubana, pero por un malentendido con la hora, no lo conseguimos. A media tarde se pone a llover y nos refugiamos en la Casa de la Trova. Toda la tarde aquí atizándonos mojitos y tragos al ritmo de los grupos que van pasando delante de nuestros ojos dejándonos un poso (y un CD) cada uno. Nos integramos en el local con la gente que va pasando por allí, músicos, triniteños, turistas, etc, Francisco, el amigo de Horhe (y a estas alturas ya de todos) nos acompaña gran parte del tiempo, para mí la tarde es deliciosa. Es uno de los recuerdos más dulces que guardo y guardaré de este viaje. El grupo que más me gusta es uno que canta a cuatro voces, lo hacen de escándalo, Soles del Escambray.
Por la noche volvemos después de cenar. El ambiente es diferente, es sábado y el baile es frenético. Vaya forma de moverse. Cuando llega Francisco nos vamos de allí, seguimos "tomando" en la escalinata delante de la Casa de la Música. Se va uniendo gente al grupo, recuerdo a Daniel (no estoy seguro del nombre), otro músico, como Francisco, que a sus 23 años está casado con una canadiense que viene a verlo cada tres o cuatro meses. Tiene las ideas claras, se va a ir de gira por Europa, pero después volverá a Cuba, que es donde quiere vivir. Francisco trata de buscarse la vida en Suecia, aunque está pensando viajar a Francia próximamente, también es muy joven, tiene una hija aquí en Trinidad pero vive con su novia en Suecia.
Después vamos a la discoteca que hay detrás de la Casa de la Música. Abarrotada. No hay un metro cuadrado sin gente, todos de pie, casi todos bailando, reguetón. Aquí se sigue uniendo gente a nosotros, conocemos a Regla y Yoanca que nos acompañan el resto de la noche. La discoteca cierra a las dos. Se va la luz, Trinidad está a oscuras y nosotros, con un montón de triniteños y algunas triniteñas, nos dirigimos al parque Céspedes. A partir de aquí mis recuerdos se hacen girones y cuando trato de acordarme de los detalles tan sólo viene a mí una sonrisa con sabor a mango y a ron.

Nota: El día siguiente para mí no existió así que cedo los trastos a quien pueda y quiera contarnos cómo fue el día 2 de noviembre.

Post Scriptum: Muchas veces me he preguntado desde entonces qué me pasó esa noche en Trinidad, hoy creo que puedo decir sin temor a equivocarme demasiado que el apagón lo produjo algún condensador de fluzo, no recuerdo haber entrado en ningún vehículo pero sin duda lo hice, esa máquina del tiempo me llevó unos años atrás y durante unas horas volví a tener 17 años, pero sin los complejos propios de la edad. Las horas pasadas en el único after hours de Trinidad vienen a mí envueltas en un velo de irrealidad, si fuera una canción o una película se llamaría, sin duda, Cuban Graffiti. Mi ventaja con respecto a los personajes del gran Lucas es que yo sólo tuve 17 años durante unas horas y las historias vividas no tienen final, porque casi ni llegaron a empezar... como ya dije una vez, las historias con final feliz no existen, simplemente porque las historias felices no tienen final...

Trinidad 30/09/2005 - II

Dudo un poco sobre si debo escribir sobre este día o me dolerá y debería seguir descansando.

Estoy convencido de que aquí hubo un fallo técnico en la organización del viaje. Es cierto que la mayoría del grupo está en buena forma física y está habituada a las caminatas o las marchas de montaña. Yo definitivamente no.

Pero allá que nos vamos a Topes de Collantes, en plena sierra de Escambray, llegamos a aquel parque natural y tras levantarnos 6,5 cuc a cada uno (6 euros "del ala") nos vamos decididos hacia el valle, sin darnos cuenta de que las cifras de distancia y desnivel que nos dan, son una verdadera animalada. Vamos, como para no ir.

El camino hacia abajo, es largo y duro, pero se consigue sobrellevar. La pendiente descendente ayuda mucho. No obstante yo llegue abajo derrotado y sin respiración y con la presión de hacer las fotos reglamentarias que para algo habíamos ido. Tropezones, resbalones y caídas están a la orden del día. Maribel me salvó la crisma pues de un traspiés la embestí y me resistió. Gracias, hoy es el primer día del resto de mi vida.

La cascada y el río no son gran cosa fotográficamente hablando, está todo muy desperdigado y no consigo ninguna foto de la que me sienta medianamente satisfecho.

No me baño porque me hubiera ahogado sin ninguna duda, por falta de respiración y de pulso cardiaco.

Pero hay que volver.¡ Dios mío! que penoso. A Maribel se la lleva la mula tras el primer tramo de subida, el peor. Yo que llevo pensando en mi destino desde que venía bajando animo a los que vienen haciendo de coche escoba para que suban a su ritmo. Yo sé que llegaré arriba y llegaré vivo; de lo que no estoy seguro es de si haré noche en la montaña o llegaré antes de que salgan en mi busca los equipos de rescate, la policía y el ejército.

Recuerdo haber pasado mucha sed. Voy transpirando a litros desde la bajada, estoy completamente empapado en sudor. Luego descubriré que el cinturón de cuero que llevo puesto, también se ha empapado y está tiñendo de marrón toda mi ropa, hasta la interior.

Durante la subida bebo toda el agua que encuentro, incluso en el cortado por donde gotea el agua, la recojo con las manos y la bebo con paciencia.

No imagináis la alegría que me dio ver venir a Miguel cuando me faltaba un tercio de subida. Alegría que aumentó cuando sacó de su bolsa una botella de agua y una lata de gaseosa. La botella fue directa a las células, creo que no tocó las paredes del esófago.

Empiezo a subir acompañado y al poco el hombre de la mula aparece para recogerme. ¡Qué lujo!. Miguel me salvó la vida de nuevo porque subí a la mula con tanto ímpetu que me fui por el otro lado.

Antes de llegar al barcito que hay arriba compuse mi figura temeroso de que las cámaras me immortalizasen en situación tan penosa. Lo único bueno del día fue el rato que pasamos rehidratándonos en aquel kiosco hecho de troncos.

La tarde, a pesar del cansancio, nos va a deparar una maravilla: descubrir Trinidad. Me separaré del grupo que se ha parado y he perdido de vista. En la plaza de la iglesia me encontraré con Miguel que también va sólo.

Nos sorprende un chaparrón y tenemos la suerte de refugiarnos en un restaurante donde conocemos a un dúo con el que charlaremos largo y tendido y con el que quedamos para el día siguiente para hacerles las fotos de su próximo "Si Di".

A la carrera volvemos a casa de Ramonita donde nos esperan para la cena. Hoy tampoco saldré por la noche, pero otros lo harán y verán amanecer a cuatro patas.

03 noviembre 2005

Trinidad 30/09/2005

La sierra del Escambray es lo más parecido a una selva que he conocido, uno no tiene mucho mundo... Desde Topes de Collantes un caminito hacia una cascada a través de las laderas escarpadas, tardamos dos horas y media para hacer dos kilómetros con un desnivel de 400 metros. Se nota la huella del último huracán, el Dennis, cientos de árboles arrancados, tronchados. No es un camino amable, desde luego, por lo que no todos disfrutamos igual, aunque es precioso. Nos desperdigamos bastante a lo largo del recorrido, y yo me vicio un poco intentando, sin éxito, hacer algún macro no demasiado mediocre y me retraso bastante. Hacia los dos tercios del camino, me encuentro con Maribel, que a duras penas puede con su cuerpo. Intento animarla y con paciencia conseguimos llegar. Al final del camino, la cascada, el Salto del Caburní, y lo celebramos con un estupendo baño. El agua está bastante turbia por las últimas lluvias. En el camino de vuelta algunos miembros de la expedición se atrancan definitivamente hasta que son salvados por el hombre de la mula.
Sin tiempo para ducharnos decidimos salir a dar una vuelta por Trinidad antes de que se haga de noche. Hoy sí que hay mucha gente. De repente nos damos cuenta de que es viernes, hemos superado el ecuador del viaje. Ya oscureciendo, cae un tormentón del siete. En menos de diez minutos se lía una torrentera calle abajo que nos sorprende refugiados en casa de una amable señora que nos llama al vernos pasar bajo semejante aguacero. Cuando escampa subimos hacia la plaza Mayor, allí cerca, en El Palenque, nos encontramos con Jorge (Horhe a partir de ese día) que ha hecho "amistades" y se está arreglando el cuerpo a base de mojitos. Nos unimos a él. Momento musical a cargo de Osiel Ramírez.
Después de cenar subimos otra vez y volvemos a ver a los amigos de Horhe. Copas. La Casa de la Trova está hoy más animada. Hay bastantes turistas, pero hoy también hay gente de Trinidad, hasta un botellón en la plaza del ayuntamiento.

Cienfuegos - Trinidad 29/09/2005 - II

Hoy no tengo mucho que añadir a lo contado por Paco.

Ha sido un día de tomarnos las cosas con tiempo y disfrutar de la música, los músicos y algún trago que otro.

Miguel y yo madrugamos de nuevo para recorrer Cienfuegos con el bullicio de la primera hora de la mañana. Mala luz, pero muchas fotos.

La plaza José Martí durante la mañana es una delicia, un oasis de restauración en medio de un desierto de decadencia y nos llaman mucho la atención los carros de pasajeros tirados por mulos que tienen paradas fijas, recorridos establecidos y son muy usados por la población. El billete cuesta 1 peso cubano y cargan 8 o 10 pasajeros. Los veremos por toda Cuba, pero no tanto como aquí, probablemente por el tamaño de la ciudad.

La larga parada en el Palatino (que en tiempos de la presencia española y hasta la Revolución se llamó "El Jerezano") fue de lo más agradable. La charla con los músicos y especialmente con el director del grupo (todos los grupos tienen un director, un líder claro) nos llenó mucho. Ese rato dio para buenas fotos.

Todos sueñan con una gira por Europa y, estoy seguro, de que algunos tendrían éxito porque son músicos verdaderos, formados y con sentido innato del ritmo y la música.

El largo paseo por el Prado hacia el Palacio de Valle fue agradable, pero agotador. El Sol y el calor del mediodía acaba con nuestras fuerzas y hacemos un alto para inyectarnos en vena un par de bucaneros. Allí nos reunimos con el grupo y con Abilio que nos busca con la furgoneta.

Nuevo contacto con el mar, pero las vistas hacia tierra tienen todas la marca de las chimeneas humeantes de alguna industria o central eléctrica.

Comimos en el Palacio Valle, pero tardísimo ya que lo recorrimos primero, nos perdimos entre sus corredores, subimos a la terraza, escuchamos música, bebimos un sucedáneo de mojito que venía incluido con el billete para visitar el palacio y que no sirvió para reparar la silla que Txaro se cargó con mucha elegancia.

En la foto se ve al fondo la humareda eterna.

La sobremesa con Carmen Iznaga fue probablemente lo más impactante de nuestro viaje. Carmen es un personaje, todo un personaje; con una vida tan intensa en el glamour como limitada y triste en el presente. Como una reliquia viviente de un pasado esplendoroso, o al menos esa es la sensación que nos dio o nos vendió. En cualquier caso estábamos predispuestos a disfrutar de ello.

Hoy ha sido el santo de Miguel y el trago de ron al que nos ha invitado a todos junto con Carmen, nos sentó estupendamente.

Esta foto que pongo de Carmen Iznaga no es la mejor técnicamente hablando, pero es la que tiene una expresión más fiel a la que yo recuerdo, siempre entornando los ojos coqueta y seductora. Todavía resuena en mis oídos como me llamaba: "¡Gorrrdo!"

A pesar de la lluvia, el viaje hacia Trinidad vuelve a ser muy agradable, rodeados de naturaleza por un lado y del mar por el otro.

Llegamos de noche y yo no acompaño al grupo en su salida nocturna. Estoy cansado, hoy he caminado mucho y es uno de los días en que más fotos he hecho. Miguel y yo compartiremos casa y baño en los próximos tres días. Mario, nuestro casero, nos revelará algunas pistas sobre las clases sociales cubanas.

02 noviembre 2005

Cienfuegos - Trinidad 29/09/2005

Hoy ha sido un día bastante musical. Cienfuegos es una ciudad fundada por franceses venidos de Luisiana. Dice Maribel que le recuerda a Nueva Orleans, sobre todo nuestra calle, la 37. Ya no es una novedad que las calles estén repletas de gente desde temprano. Cienfuegos es multicolor, casas señoriales que se caen de viejas. En la plaza José Martí todos los edificios están rehabilitados. El Teatro Tomás Terry, la iglesia, el Poder Popular Provincial, el Museo Provincial, el Fondo Cubano de Bienes Culturales, el Colegio San Lorenzo, El Palatino... aquí tenemos el primer momento musical. Entro a tomar una cerveza, mientras los compañeros tratan de hablar por teléfono con la casera para que no nos prepare la comida. No hay casi nadie dentro. Hago unas fotos. El local es una delicia, en un extremo de la barra el camarero charla con cuatro hombres. Me acerco. Pido una Bucanero. Todavía no son las diez pero hace un calor que te cagas. Dentro se está bien fresco. Al momento los contertulios se separan de la barra y uno de ellos agarra un contrabajo, otro unas maracas, otro una trompeta y el último una guitarra... sin prisa se ponen a tocar, estoy sólo. En seguida, la música atrae al resto del grupo pero curiosamente a nadie más. Eso nos da ocasión de disfrutar de una sesión privada estupenda. Después una charla muy interesante con los músicos, nos hablan de sus deseos y de su forma de entender la vida. Averiguamos la diferencia entre la guitarra, el requinto y el tres. Momento.
Seguimos recorriendo las calles bajo un sol tórrido, el calor aumenta con las horas y la calidez de la gente.
Hacia las dos llegamos al Palacio del Valle. Allí tenemos otros dos encuentros musicales. Uno en la azotea con el trio "La Perla del Sur". El siguiente, más intenso, con la vieja estrella de la casa, Carmen Iznaga. Amablemente comparte sobremesa y trago con nosotros. Finalmente se emociona al hacer más caja de la prevista con el grupo. Todo en su rostro refleja melancolía y nostalgia de tiempos mejores. Un "trago" amargo para acompañar el momento dulce (agradecería a los compañeros que subieran una foto de la estrella).
Camino aTrinidad nos cae el diluvio universal al cruzar las montañas. Todavía llueve cuando llegamos. Mi habitacion en casa de Maria Elena no está mal (por fin un nombre para el recuerdo), la de Jorge deja bastante que desear. Aquí la lámpara es de interruptor normal. Después de cenar (¡qué atracón!) en casa de Ramonita damos una vuelta por la ciudad a oscuras, sólo encontramos un par de bares con un puñado de turistas. Primera parada en la Casa de la Trova. Tenemos que volver atropelladamente a la casa. Mañana más.
Hoy ha hecho muy bueno.

01 noviembre 2005

Cienfuegos 28/09/2005 - II

Me alegro mucho de que tomaras tus notas durante el recorrido. Sin ellas sería difícil reconstruir nuestro viaje y sobre ese esqueleto resulta fácil rememorar momentos y sensaciones.

Este día, al menos para mí, fue uno de los más intensos de nuestra estancia. El madrugón mereció mucho la pena por las dos razones que apuntó Paco. Ver amanecer sobre el Valle brumoso es un espectáculo impagable y estoy muy satisfecho de la inmensa panorámica que pude obtener. Estoy deseando imprimirla.


Tengo que confesar aquí y ahora, que el hecho de que una parte del grupo quisiera dormir un poco más ("la noche me confunde") y que hubiera que esperarles por la mañana a que hicieran sus fotos sociales, me molestó bastante. Como soy un turista al uso, me supo mal no ver las atracciones que nos tienen preparadas, pero qué le vamos a hacer. El grupo es más importante que las individualidades.

También me sorprendió la cantidad de gente que iba y venía por las calles a aquella primera hora de la mañana, especialmente los escolares que hacen algún rito en la plaza principal, todos uniformados, limpios y contentos.

Una mención aparte merece el sastre que ideó el uniforme de las chicas. Ese pantaloncito tipo short con esas tablas delante y detrás que le hace parecer una minifalda. Y merece una felicitación porque es un portento de patronaje, sienta bien a todo el mundo y no es tarea fácil pues los cuerpos de los 5 años tienen poco que ver con los de los 15.

El viaje hacia la Ciénaga de Zapata fue pesado, a pesar de que el paisaje merece la pena contemplarlo horas y horas y que durante la mayor parte del tiempo discurrimos por una autopista, algo bacheada, pero bastante buena. Nos llamó la atención, también, que no hay señales de dirección apenas y hace falta ser un experto para orientarse y tomar la dirección adecuada. Abilio lo era, por su época de conductor de autobús, pero en ocasiones dudaba o incluso se equivocaba.

La llegada a Playa Larga y el tiempo de espera por la comida fue fantástico. Descubrimos la playa tropical, con las palmeras cerca de la orilla y esa arena tan blanca. Las raíces del manglar rojo tiñen el agua de la orilla de ese color y mi primera impresión fue que era el óxido del barco allí varado lo que manchaba el agua.

Por cierto, aquel barco hizo mis delicias porque los barcos varados, así como los cementerios, son dos de mis fijaciones fotográficas. A este le hice una buena sesión, hasta me metí vestido en el agua para tomar fotos desde ella hacia la tierra.

Me llamó la atención una casamata y unas fortificaciones defensivas militares que había en la playa. Mi imaginación me llevó a la fallida invasión de Bahía Cochinos y el barco encajaba en la historia, pero, para mi desilusión, llevaba allí sólo unos diez años como nos dijo Fidel.

Antes de seguir adelante, quiero hacer mención a la foto que ha puesto Paco y que hizo en una parada técnica que hicimos durante el viaje. Nos tomamos un cuba libre a mediodía, me pareció riquísimo con ese calor.

La langosta que nos ofreció Fidel, no nos sorprendió mucho porque no era la primera, pero el cocodrilo sí levantó expectación. Es una carne con la textura y el color del lomo de cerdo, pero con un sabor más parecido al pollo. Curiosa, pero entiendo que no esté en las mesas de los restaurantes franceses.

Tras la tardía comida, llegó el turno de que nos comieran a nosotros. Aquel atardecer mirando el mar y viendo ponerse la tarde nos atontó tanto que los jejenes, unos insectos muy pequeños, redondos, como de 1 mm. de diámetro, se cebaron con nosotros.

Por lo visto pican varias veces cada uno y yo que no me puse ninguna protección sufrí un montón de picaduras en las piernas y en las manos. Por cierto, un mes después todavía distingo las marcas.

El veneno que inoculan y para el que no estaba preparado, me provocó una inflamación considerable y cualquier roce me hacía sangrar. El picor, terrible.

Sinceramente, la puesta de Sol no fue gran cosa. Miguel tenía razón. Pero como la teníamos a dos bandas y estábamos borrachos de espíritu fotográfico surgió la discusión amistosa y el reproche humorístico.

La llegada a Cienfuegos, por aquella avenida tan señorial, bajo la lluvia, llena de reflejos fue también memorable. Nuestra casa, la primera, debió ser estupenda en su época, pero ahora dejaba bastante que desear. Un recuerdo especial a la tapa del inodoro en plástico acolchado imitando el dibujo de las telas de Damasco, los cables eléctricos y sus empalmes al aire y el agua de la ducha en forma de gotas en rápida sucesión, no llegaban a chorrito. Un paseo nocturno antes de la cena nos llevó a la plaza de José Martí. Se nos despertaron los instintos fotográficos para el día siguiente.

Nuestra casera también nos advirtió de la necesidad de que nuestra chica tuviera documentación. Creo que algo hicimos diferente durante nuestro viaje....